Por Nayla Azzineri.-
AMBIENTE Y MEDIO - RECICLAR O MORIR
Cuando las actividades publicitadas en grandes carteles quedan atrás en el calendario, metros y metros de lona vinílica caen en desuso. Evitando que se transformen en basura, Romina Antonio y Pilar Toledo Becher convierten esos anuncios en carteras y otros accesorios. Muy bonitos. Y además, reciclados.
“Todo empezó cuando en mi trabajo estaban a punto de descartar unos banners que promocionaban actividades que ya habían pasado”, cuenta Romina Antonio, integrante del área de Diseño Gráfico de la misma universidad en donde estudia esa carrera. “Llamé a Pilar para proponerle que hiciéramos algo con esas lonas. Ella estuvo de acuerdo así que me llevé los carteles a mi casa”, recuerda. “Yo le dije que sí, pero no había entendido de qué material se trataba, pensé que me estaba hablando de tela, no de lona vinílica”, aclara Pilar Toledo Becher, que cursa las carreras Ciencias de la Comunicación y Diseño e indumentaria. “Fue una sorpresa encontrarme con los banners”.
Romina y Pilar son amigas que comparten la preocupación por la abundante generación de basura resultante de nuestro sistema de consumo. Sin embargo, protagonizar un emprendimiento en torno al reciclado de materiales no estaba en sus planes. “Se fue dando. Nunca nos sentamos a pensar que queríamos reciclar plástico y hacer carteras, pero llevamos un año haciéndolo. La idea gustó mucho y está avanzando más rápido de lo que nosotras mismas podíamos imaginar”.
CON NOMBRE Y OBJETIVO El nombre que ambas le dieron a la producción de accesorios con lona vinílica usada es “Recycle or die” (en castellano: “Recicle o muera”), que tiene su origen en una frase conocida entre los skaters. “Skate or die -cuenta Romina, que supo practicar skate-, como que lo único que podés hacer en la vida es patinar. Y sino morite porque tu vida no tiene sentido. Nos gustó el nombre porque en el caso del reciclado la frase es real: o reciclás o morís”.
Pilar agrega: “Suena apocalíptico, pero es así, no podemos seguir generando tanta basura. Igualmente lo fuerte del nombre de nuestra marca se contrarresta con el logo, que tiene el mismo mensaje pero con más ternura”. Se trata del contorno de un corazón armado con las flechas del conocido símbolo sobre las “tres R” de la gestión de los residuos: reducir, reutilizar, reciclar.
“Nuestro objetivo es ayudar al medio ambiente mediante acciones responsables. El impacto ambiental que producen las distintas formas de consumo se pueden aminorar en tanto todos nos hagamos cargo del problema”, pregonan desde su sitio en Internet. “A veces nos pasa que nos piden una bolsa para guardar la cartera hecha con lona vinílica reciclada. Y no. O te la doy sin envoltorio o te la envuelvo en papel, pero no en una bolsa de polietileno”, le responde Romina a quienes compran sus productos.
100% PLÁSTICO “Nuestra materia prima es la lona vinílica de banners y carteles, fabricada con fibra poliéster y PVC (policloruro de vinilo), dos nombres para una misma sustancia: 100% plástico”, explican. Están en todos lados, nos informan acerca de promociones, nos invitan a actividades, nos venden productos, ¿pero qué pasa con esos carteles cuando su contenido queda obsoleto? “En el mejor de los casos es reutilizado con algún fin útil; en el peor, es enterrado en un basural donde tardará entre mil y dos mil años en degradarse. Pero generalmente, ¡por suerte!, terminan olvidados en algún rincón. Allí es donde aparecemos nosotras”, cuentan con picardía. “Yo soy de meterme en los contenedores para ver qué puedo sacar. Encuentro las cosas y digo ‘¡ay qué hecho bosta que está, qué lindo!’”, confiesa Pilar mientras señala en su casa distintos muebles y adornos recuperados. Seguidamente, relata cómo consiguió una gran cantidad de lona vinílica para la realización de las carteras. “Cerca de mi casa hay una imprenta que un día sacó a la calle un contenedor con banners usados muy grandes. Justo pasábamos por ahí. Ese día llovía muchísimo, así que todo estaba mojado. Hicimos dos viajes: trajimos una parte en camioneta y otra caminando. Yo estaba embarazada de siete meses, así que arriba de la panza cargué kilos de banners que todavía tenemos”. La lona vinílica presenta algunas dificultades que van dándose a conocer a medida que se trabaja con ella. “Al cortarla nos dimos cuenta de que se deshilacha o que queda marcada si se intenta doblar. Así que vamos encontrando la manera de trabajar el material aun con las limitaciones que presenta”, explica Pilar. “También estamos aprendiendo qué hilos se pueden usar, qué cierres, cuáles son los nombres de los materiales utilizados en el rubro”.
El repertorio de productos de “Recycle or die” se compone de distintos modelos de carteras, billeteras y llaveros. Pero las posibilidades del material son mucho mayores y Pilar y Romina tienen ya una gran lista de productos que pretenden desarrollar en el futuro. “En el momento en que empezás a reciclar, te das cuenta de que no podés parar”, dice Romina como si se tratara de una obsesión.
ÚNICOS Y RECICLADOS Cada uno de los productos es único e irrepetible, no hay otro igual. El modelo puede ser el mismo, pero no el diseño, la combinación de colores, la gráfica. Los dibujos son únicos en cada lona. Algunos banners se recuperan prácticamente sin haber sido usados. Otros llegan desde depósitos y necesitan un proceso previo de lavado y de recomposición. Las partes cercanas a los bordes o que estuvieron mucho tiempo expuestas al sol, a la lluvia o al viento quedan tan deterioradas que su uso es evitado cuando se realizan los cortes. Es decir que el diseño de los productos se decide en base al material, no al revés. El corte de las piezas y la confección de todo el producto es artesanal, uno por uno, sobre un material que ya tuvo una vida útil.
Por eso aclaran: “Si alguno de nuestros productos tuviera una raspadura, una mancha de óxido o una quebradura, no se trata de un trabajo poco prolijo, falto de interés, descuidado o hecho sin ganas. Es simple y gratamente reciclado”.
Por Nayla Azzinnari
Fotos: Marcos Allende | ||||
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